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miércoles, 16 de mayo de 2012


ESCENA CULTURAL CONTEMPORÁNEA Y DISCURSO RADIOFÓNICO
 La dimensión sonora  de la radio implica unas peculiaridades que la diferencian de los demás soportes y, al mismo tiempo, condicionan la construcción del relato. Pero también es importante analizar por separado las diferentes modalidades discursivas que existen en la radio, porque cada una tiene unas características propias que afectan al estilo comunicativo y a las normas de redacción. Citamos esto porque en el tema propuesto se hace referencia a los mensajes que se emiten diariamente en la Radio y cómo ellos influyen en la escena cultural  y sobre todo cómo ellos se multiplican en el diálogo cultural dominante.

En esta parte tocaremos el tema de la cultura oral y diálogo radiofónico; que está referida a la apelación de la palabra con el tiempo, para Bubnova la realidad del lenguaje de Bajtin como acción es la pluralidad de lenguajes sociales y los recursos ideológicos. Como sabemos en el discurso radiofónico se combina la palabra hablada, que es la base sobre la que se construye el mensaje, con la música y otros efectos sonoros. El mensaje oral se construye pensando en una audiencia definida. Habitualmente se utiliza una sintaxis sencilla, un tono coloquial y directo, y un ritmo conversacional. Se busca tanto la expresividad como el calor en el mensaje que se transmite por la voz. La música cumple diversas funciones: puede identificar un programa o una emisora (la sintonía), puede servir de introducción o de cierre de un programa o marcar las transiciones de una parte a otra, puede remarcar o enfatizar algún comentario.

Los efectos sonoros, entre los que puede incluirse el silencio, contribuyen a estructurar el mensaje, a crear ambientes, a subrayar estados de ánimo, a dar verosimilitud. Además, es un fenómeno acústico, donde sonidos y mensajes se clasifican en función de su perceptibilidad. La Presencia del factor comunicación e interacción entre emisor y receptor. Constituye una realidad acústica- auditiva, que de una u otra manera desea recuperar las características de la cultura oral.

Fernández señala que el efecto de inmediatez se refuerza cuando se mediatiza lo hablado, la captura del sonido,  la relación que existe entre el sonido y  la fuente o voz del individuo; causan una expresión materialista en la cual el desarrollo del mensaje, géneros y estilos suelen desaparecer.

Hace unas semanas se nos preguntaba, cuál es el órgano de los sentidos más necesario en el cuerpo humano y por qué;  se llegó a la conclusión de que  se trataba del oído ya que por medio de este los seres humanos podemos recrear, reconstruir e interpretar  los hechos de la escena radiofónica  a partir de los datos que registra nuestra memoria, esta ausencia de anclaje visual provoca una apariencia de cercanía entre las posiciones distantes  en la esfera social.  Si nosotros optaríamos por el órgano de la visión, sería un poco caer en la falta de creatividad, porque este órgano lo único que logra limitar nuestra capacidad imaginativa. Se piensa también que, la palabra oral es como una inocencia, pues mantiene un lenguaje  que es transcriptible, efímero y memorables.

Como sabemos la radio afirma su rol dentro del sistema informativo, pero lo delimita frente a prensa escrita actualizando la referencia de situaciones que captan la atención del oyente manteniéndole cerca del mundo vital.

En cuanto se refiere a la participación del receptor y el pseudodialogo,  entra a tallar la disque intervención de los oyentes imponiendo vínculos que generan la ilusión en primer lugar de la  participación, que es incluida muchas veces  en bloques centrales de los espacios informativos que en vez de buscar el diálogo o la solución a los problemas generan catarsis,  y también tenemos en segundo lugar al protagonismo; que se ve cuando el informador deja que las personas actúen por sí mismas y fomenten el debate y la única labor que este realiza es el de mediador pues se limita a obtener información por medio de preguntas.
De lo anterior se infiere que el discurso radiofónico es el que acompaña al oyente, sin estridencias, sin agudización de las contradicciones, sin alardes de sembrador o de hacedor de conciencias ajenas. Como comunicadores lo primero que debemos hacer es aprender a comunicar y a utilizar las palabras justas en un momento adecuado del diálogo, buscando una justa respuesta de la audiencia; me refiero aquí al juego de palabras, a presentar un relato de manera tal que cree expectativa. Cuando alguien comunica de esa manera, se convierte en el centro de atención. 
 

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